top of page

​

Dedicado a dos Maestros

​

Mi niña Renata: me regaló el hábito de tocar castañuelas en mis momentos de madre en los cerros nevados de Heidelberg.

Mi niño Helmut: me regaló, gracias al momento pasivo que su crianza me demandó, el hábito de tocar el corazón del público siendo yo misma.

​

Hijos maestros

​

La realidad es que mis hijos han sido mis mejores maestros.

Los profesores me enseñaron a dominar mi cuerpo, moldearlo, cambiarlo, perfeccionarlo.

Mis hijos me enseñaron a escucharlo, a aceptarlo y por sobre todas las cosas a amar, pues amandoles cuando estaban en mi vientre, aprendí a oír el latido de mi corazón.

​

He obtenido bendiciones ganadas con el sudor de mi frente, pero nada de esto alcanza al diez por ciento del milagro de dejar morir mi autonomía para dar una vida y entregarla al mundo.

​

“El poder de la creación en la propia piel”.

​

Fin

​

bottom of page